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Aburrida y casada conoció al príncipe azul de una noche.
Natalia es tan buena manteniendo las apariencias que incluso a veces se convence que todo está bien, aunque muy en el fondo reconoce que está estancada en su matrimonio. El aburrimiento, la rutina, el aislamiento y la falta de conexión emocional que siente dentro de su propia relación, la están matando.
A Natalia lo único que la mantiene viva son los viajes que hace constantemente por motivos de trabajo. En uno de ellos conoció a David, un chico doce años menor que ella. Se encontraron en la fila de documentación del Hotel, David estaba formado delante de ella y volteó para pedirle una pluma. Cuando la mirada de Natalia cruzó con la de él, ella sintió una descarga de excitación instantánea.
David era un chico alto, con una sonrisa perfecta, de cabello semi despeinado lo que lo hacía encantador y, sobre todo, tenía una mirada transparente. Una mirada que parecía haberse pegado a Natalia porque en cuanto la vio, no apartaba los ojos de ella.
Fue una atracción instantánea. Ella tampoco podía quitarle los ojos de encima. En cuanto Natalia se dio cuenta que aquel chico guapo que tenía su bolígrafo en la mano no podía dejar de mirarla, su corazón se aceleró, se puso nerviosa y una nueva descarga de adrenalina recorrió todo su cuerpo. Tenía tanto tiempo que no sentía eso que dudó por un momento que fuera…