¡Al final dijo sí!

Un día de enero, Georgina, de 51 años, recibió un ramo de rosas rojas. Como su esposo había fallecido recientemente, las flores le parecieron tan sorpresivas, más aún el nombre que aparecía en la tarjeta. La última vez que había visto aquel nombre era en el anuario de secundaria.

“Querida Georgina, decía la tarjeta de Jorge, éramos compañeros en la escuela, aunque no creo que supieras de mi existencia. Yo era muy tímido y tú la chica más linda que jamás haya visto”.

Era cierto que Georgina apenas recordaba a Jorge. Habían pasado casi cuatro décadas desde que sus caminos se cruzaron por primera vez en los pasillos de la escuela secundaria.

“Iré de visita el fin de semana del 15 de mayo y me preguntaba si, tal vez, podríamos encontrarnos para tomar un café. Estoy al tanto, no obstante, de la reciente pérdida de tu esposo y lo lamento mucho. Si mi propuesta llega demasiado pronto, lo entenderé y esperaré otros 40 años”.

¿Por qué no?, pensó Georgina mientras apoyaba la carta sobre la mesa. Realmente sentía curiosidad de saber cómo se veía Jorge después de tantos años. Le respondió entonces y acordó que se encontrarían en primavera.

Cuando llegó la respuesta de Georgina, Jorge se sintió eufórico. ¡Finalmente dijo sí! Georgina no lo sabía, pero había roto el corazón de Jorge muchos años atrás.