Amor del bueno.

Arturo tuvo que competir contra dos rivales para ganar la mano de Alicia, y ella al principio no lo quería mucho. Hoy, casi 30 años después, con 2 hijos y 2 nietos, se siguen amando.
Arturo se sentó junto a la ventana en la sala de su casa, con una taza de té entre las manos rígidas y un poco arrugadas. A sus 58 años perdió un poco la vista y tiene problemas para escuchar. Su esposa, Alicia, seis años menor que él, lo acompaña mientras le platica las noticias del día.
Juntos recuerdan el inicio de su historia de amor que empezó cuando de jóvenes fueron a un campamento. Ahí se inscribieron en una competencia en la cual, tres hombres tenían que remar río arriba hasta llegar a donde se encontraba Alicia. Ella sería quien le entregaría la copa al ganador.
Alicia era muy guapa, de cabellos negros y con unos hermosos ojos color miel. Tenía muchos pretendientes y era una de las chicas más buscada del colegio.
Los tres chicos querían ganar la copa, pero más que el trofeo, buscaban que Alicia los viera y que pudieran conocerla un poco más, y porque no, hacerse novios más adelante.
A la orilla del bosque, Arturo, de 26 años, ató con cuerdas varios troncos de pinos jóvenes para hacer la balsa y, la echo al río. A la señal de salida, remo y remo con todas sus fuerzas, no se detuvo cuando el cansancio se apoderó de él, porque sabía que otros dos hombres se dirigían al mismo sitio. Finalmente, Arturo fue el primero en llegar a la meta y ahí pudo tener…