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Ana celebró su divorcio por la vida que le trajo después, pero maldijo el día que le dio la bienvenida.
Pasar por eso es doloroso.
No es lineal. Ana un día sentía que todo iba de maravilla, que lo había logrado, pero al otro, se sentida devastada como si regresará al punto de partida.
Pero sobre todo, Ana se sintió agradecida de haberlo dejado. Agradecida de haberse enamorado y del tiempo que pasaron juntos.
Agradecida de poder olvidarlo y de seguir adelante de la mejor forma.
Su esperanza estaba en saber que con el tiempo todo mejoraría. Con el tiempo, el corazón se repara y se cura. Y con el tiempo apreció la ruptura porque las ruinas son donde puedes reconstruir.
Ana entendió que quienes se divorcian, no están rotos ni dañados. No están perdidos. No son poco adorables.
Simplemente han caminado un camino diferente de aquellos que han permanecido comprometidos con sus votos y su amor.
Y, aceptó que todos somos diferentes, porque traemos algo diferente al mundo. Todos somos únicos en el viaje que hemos recorrido.
Ana deseó, algún día, poder mirar hacia atrás y estar orgullosa de su divorcio. Algún día.
Alex.
Soy Alex Pacheco escritor, empresario y fundador de Epicbook. Me dedico a escribir los libros de figuras públicas y a contar historias épicas