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Ante un divorcio, ¿cómo no afectar a los hijos?
Hubo un silencio espeluznante en la casa de Marlene esa mañana. Espeluznante, porque no podía oír nada de sus hijos de nueve y diez años.
Hacía poco más de dos años que Marlene había hecho la mayor apuesta de su vida y la de ellos. Inició la inevitable transición de su relación con el padre de sus hijos. Para proteger a sus hijos del dolor del divorcio, él y Marlene se habían aferrado a la versión de su amor, ese amor que ya no estaba trabajando desde hacía mucho tiempo. La idea de dañarlos emocionalmente, los hizo mantener sus propias necesidades por debajo de las de ellos. Incluso, simplemente verlos llorar sabiendo que ellos eran la razón, fue suficiente para comprometerse a seguir juntos, aunque eso les causara un profundo dolor.
A medida que pasaron los años se instalaron en un matrimonio funcional, pero emocionalmente atrofiado.
¿Qué les estaban mostrando a los hijos sobre cómo amar a otra persona?
Esa pregunta atormentaba a Marlene.
Es cierto que, aunque habían abandonado las peleas frecuentes e intensas, no les mostraban a sus hijos cómo comunicar el amor, pero sí una sensación de tristeza, que claramente se veía en sus caras.
Lo único que sus hijos podían ver y experimentar, era la distancia que hacía posible el sacrificio, y esto es lo que finalmente…