Carta abierta al fracaso: gracias, por tanto.

Querido Fracaso,

Hemos sido amigos durante muchos años. Nos conocemos desde siempre y estamos en el punto de nuestra amistad en donde podemos ser honestos el uno con el otro. Así que, a decir verdad, no me gustas.

Nunca me he sentido bien en tu presencia. A diferencia de muchas amistades que he tenido, tú y yo no compartimos grandes momentos. No nos reímos de las cosas juntos; No compartimos nuestros secretos, nuestras esperanzas y nuestros miedos. Lo único que nos une son los recuerdos amargos.

Todavía recuerdo la primera vez que nos conocimos.

Era un jueves por la mañana, el día en que mis papás llegaron a la oficina del Director a recoger personalmente mi boleta de calificaciones con nueve materias reprobadas. Yo creí que no había forma de reprobar 9 de 10, y ellos tampoco. Era impensable. Ese día, todo mi futuro era incierto.

Quiero decir, estamos hablando del primer año de secundaria; Mis papás habían puesto todas sus esperanzas en mí, en esa escuela tan buena y tan cara. El fracaso no era una opción.

Una vez que vi mis resultados, mi corazón se hundió. Y el de mi madre también. ¿Cómo podría haberlo hecho tan mal?

Me tomó un tiempo procesar todo y calmar las voces en mi cabeza.