Clara y Javier se conocieron en una pequeña ciudad costera, un verano que parecía eterno. Clara, de 25 años, estaba de viaje de verano, disfrutando de un merecido descanso antes de retomar sus estudios universitarios. Javier, de la misma edad, era un habitante local, lleno de vida y energía, que trabajaba como instructor de surf y en su tiempo libre, tocaba la guitarra en un bar de la playa.

Desde el primer encuentro, sintieron una conexión innegable. Las risas, las charlas interminables bajo las estrellas y los paseos por la playa al atardecer hicieron que sus corazones se unieran en un romance intenso. Javier, fascinado por la inteligencia y la pasión de Clara, le pidió que no regresara a su ciudad natal y se quedara con él. Clara, aunque tentada por la idea, sabía que aún tenía mucho por hacer en su vida académica y profesional.

Después de tres meses de romance apasionado, Clara tomó la difícil decisión de regresar a casa para terminar sus estudios. A pesar de la distancia, continuaron su relación por otros seis meses más, a través de llamadas telefónicas y cartas cargadas de amor y deseo. Durante ese tiempo, Clara rompió con su novio de larga data, con quien las cosas se habían enfriado.

Sin embargo, las realidades de la distancia y sus propias metas personales comenzaron a pesar sobre Clara. Aunque amaba a Javier, decidió que lo mejor sería terminar su relación y regresar con su anterior novio, con quien…