Cuando Tania se embarcó en una aventura emocional con un hombre casado, así era como se veía:

Un hombre inteligente, dulce, guapo y rico con una mente hermosa, que proveía generosamente para su familia, sufrió en un matrimonio con una mujer que parecía haberlo guiado a una carrera lucrativa para que pudiera quedarse en casa, criar hijos y seguir adelante sin ofrecerle nada de la cercanía que debería haber podido esperar en un matrimonio.

Ciertamente parecía que ella no lo amaba y, muy posiblemente, lo estaba usando. Al menos eso fue lo que pensó Tania.

Él parecía la persona que había trabajado duro en su vida para poder ofrecer todo a su familia. Entonces, Tania sería la respuesta a su soledad, y él podría dejar a esa vieja esposa mala por alguien que realmente lo apreciara y supiera cómo tratarlo.

Y, a cambio de eso, Tania podría tener un verdadero compañero de ayuda en la vida… finalmente. Y el tipo de vida “normal” que había visto en otras personas durante cuarenta y seis años.

Pero, a medida que la relación evolucionó y Tania lo conoció más, se dio cuenta de lo que realmente existía:

Un hijo adulto de un alcohólico que creció con una autoestima horriblemente baja. Después de una serie de tragedias que involucraban la muerte de personas cercanas a él, y a una edad tristemente temprana.