Deja de engañarte a ti misma: sabes que no le gustas tanto.

Paola sale de su departamento a la hora de siempre, se dirige al café se siempre, aquel donde pasa casi todas sus tardes, y ordena… lo mismo de siempre. Un frappuccino mocha con leche de almendras. Busca el mejor lugar disponible y se decide a pasar la tarde leyendo una novela romántica que compró por Amazon y le acaba de llegar.

Estaba en la tercera página y se preguntó -¿Por qué compré este libro?- Paola no estaba en el mejor momento de su vida, llevaba más de dos años soltera y recordó que su último intento de conocer a alguien resultó desastroso.

En resumen, le envió un WhatsApp a un chico con el que había estado saliendo, y le dijo: “Me gustas y creo que nos llevamos bien. ¿Crees que nos volveremos a ver? “

Él respondió: “Por supuesto que nos volveremos a ver”.

Y luego desapareció… él jamás volvió a responder a sus mensajes.

Cerró el libro de golpe. Estaba decidida a irse a su departamento y no seguir leyendo una página más. De repente se acercó a ella un hombre dulce y amable, se presentó y sin pedir permiso se sentó a su lado. Paola, por alguna razón no se sintió incómoda, por el contrario, sintió que al instante tuvieron una buena química. Parecía que él también sentía lo mismo que ella y después de unos minutos de charla y risas, él…