¿El destino ya está escrito?
Estuvo enamorada de un chico que le rompió el corazón, de una forma en la que ella no sabía que el corazón podría romperse. Mientras vivía su duelo y se preguntaba una y otra vez si definitivamente ya había terminado todo y era momento de seguir adelante, Karla hizo lo que cualquier mujer madura e inteligente de 32 años haría: ir a ver a una lectora de cartas del Tarot.
Llegó a la casa de la persona indicada. Se trataba de una anciana que tenía un vestido rojo de gitana, un paliacate dorado en la cabeza del cual salía un mechón canoso, su rostro era muy arrugado y tenía cientos de pulseras en sus muñecas. La anciana miró a Karla por unos segundos con ojos de compasión y tiró las cartas, las cuales, revelaron tres profecías que cambiarían su vida:
Primero, Karla se cambiaría de ciudad. Segundo, tendría también un cambio radical en su carrera profesional, lleno de giros inesperados, y le advirtió que debería permanecer abierta a todas las posibilidades.
La anciana… se detuvo antes de su tercera predicción, se quitó los lentes y después de unos segundos de silencio, miró a Karla fijamente a los ojos y le preguntó:
- “¿Estás en una relación?”
- “No.” Contestó Karla de forma tajante.
- “¿Saliste recientemente de una?”
- “Sí.”
- “Esto es delicado”, dijo. “Pero tengo que decírtelo”, continuó: “Él es tu destino. Pero él no está listo ahora, en tres años lo estará y volverá contigo. Mientras tanto, debes seguir adelante, encontrarás una nueva pareja y estarás en otra relación, pero no funcionará”.
Karla odiaba aceptarlo, pero eso es justamente lo que quería escuchar. Quería saber si volvería a sentir las mariposas en su estómago que aparecieron cuando su ex y ella se conocieron. Pero, sobre todo, quería tener la razón, de haberle dicho a sus amigas que su ex, era “el indicado”. Quería una confirmación. Y ahora la tenía de parte de una mujer con un semi turbante en la cabeza y con unas cartas que estaban tan gastadas como su rostro. ¿Cómo podía estar equivocada?
Las dos primeras predicciones se hicieron realidad rápidamente. Seis meses después de la lectura del tarot, Karla se sentía agotada en su trabajo como gerente de un banco y, sorprendentemente, tomó la decisión de renunciar y regresar a Querétaro, su ciudad natal, cerca de sus padres y de sus sobrinos que tanto extrañaba. No estaba segura de qué iba a hacer allí, pero sabía que tenía que irse de la Ciudad de México, lugar al cual llegó dos años atrás para probar su suerte. En Querétaro, lo sueldos son menores que en la gran ciudad, así que Karla no pudo conseguir un empleo que le llenara, por lo que, tal y como lo predijo la anciana, su carrera dio un giro radical cuando decidió abrir su estudio de Yoga y Pilates y dedicarse a dar clases de tiempo completo.
La anciana del tarot iba: dos de dos, y ni siquiera había pasado un año.
A meses de su llegada a Querétaro, llegó a una fiesta organizada por sus amigos de la niñez y ahí conoció a Rubén, el hombre con el que, según la gitana, no funcionaría.
Aquella noche lo pasaron muy bien, ella se sintió relajada en su presencia. Después de eso, él comenzó a llamarla y a enviarle mensajes todo el tiempo. En una noche que salieron a cenar con amigos, Rubén le puso la mano en la parte baja de la espalda y Karla tuvo que recuperar el aliento. Por un momento, olvidó que, en teoría ella no estaba destinada a estar con él y que las cosas nunca funcionarían.
Después de casi un año Karla tuvo que regresar a Ciudad de México por una oportunidad de expandir su negocio de Yoga. Ella y Rubén se comprometieron a mantener su relación a pesar de la distancia. Se visitaban cada semana, se extrañaban mientras estaban separados y, aprendieron a presionar “play” exactamente en el mismo tiempo, para poder ver películas juntos.
Karla pasó los siguientes dos años enamorándose de Rubén. Empezó a soñar con salir a pasear a sus perros todas las mañanas, y hasta comprar… su vestido de novia.
Todo marchaba de maravilla entre ellos, hasta que un día, se enteró que ese ex novio, su supuesto destino y quien se había ido a vivir a otro país, había regresado a vivir a la Ciudad de México.
Inmediatamente, Karla fantaseó con la posibilidad de un encuentro casual con él. Se preguntó dónde vivía y cómo pasaría sus días. Un día, creyó habérselo encontrado en la calle y su corazón latió con fuerza, enviando oleadas de energía ansiosa a través de su cuerpo, pero fue falsa alarma, se trataba de un extraño con un corte de cabello similar.
Pero a partir de ahí, Karla ya no estuvo tranquila, a medida que crecía su ansiedad por él, su relación con Rubén comenzó a sufrir. Pasaron meses tratando de mantener viva su relación, con múltiples problemas.
Y luego, a tan solo unas semanas de cumplirse la profecía de los tres años, un amigo de Karla le comentó que trabajaba con su ex en la misma empresa y en la misma área. Lo cual, abrió una puerta. Por primera vez desde su ruptura, Karla y su ex estaban vinculados de alguna forma, en tiempo y espacio.
¿Las cartas de la anciana de verdad lo adivinarían todo? ¿Su relación de dos años y medio con Rubén había sido un espejismo mientras ella se reencontraba con su ex?¿Karla estaría generando esta realidad en su destino debido a creer en él?
¿Y qué se suponía que debería de hacer ahora? ¿Esperar pacientemente a que las cartas la empujaran a vivir su vida supuestamente predeterminada? ¿Karla iba a dejar que su relación con Rubén fracasara, para poder abrir los brazos a la persona le rompió el corazón tres años antes?
Ante toda la ansiedad y las dudas, finalmente Karla escribió un correo electrónico a su ex.
"Hey, solo saludando. Han pasado casi tres años. Ahora que ambos vivimos en la ciudad, supongo que podríamos tomar un café y saludarnos. ¿Qué piensas?”
Después de cientos de preguntas en su cabeza y tres años de incertidumbre, Karla solo tuvo que esperar unas pocas horas para recibir una respuesta:
“Hola. Aprecio tu interés para escribirme, pero no estoy realmente interesado en tomar café, lo siento. ¡Espero sinceramente que todo en tu vida vaya bien!”
Así nada más. No hubo destino. Las cartas habían fallado esta vez. Meses después Karla se encontraría a su ex en un parque. Estaba sentado en un banco con una mujer. Ni siquiera hizo el esfuerzo por levantarse a saludarla, mucho menos le presentó a la persona con la que estaba. Simplemente, sentado ahí de forma incómoda, le preguntó a Karla si las cosas en su vida iban bien.
En ese momento, Karla se convenció que el supuesto destino, no está escrito. Aunque… aún faltaba una profecía de las cartas por cumplirse: que saldría con alguien, pero no funcionaría.
En esa situación, la anciana y sus cartas volvieron a acertar. Karla y Rubén terminaron.
Karla decidió pensar que, no se separó de Rubén, porque las cartas dijeron que así tenía que ser. Y también, se convenció a sí misma, que las cartas tampoco fueron la razón del porque ella había buscado a su ex.
Karla decidió dejar de creer en la posibilidad de que ya hubiera una historia perfectamente pre-escrita en su vida, en la que ella solo está interpretando un papel.
Para Karla no existe una historia ya contada que tarde o temprano sucederá. Ya no trata de ver el futuro antes de que ocurra. Ahora cree en su capacidad de vivir su libre albedrío, de tomar decisiones, de no enamorarse de ideas absurdas predestinadas.
Karla decidió vivir todos los días, construyendo su propio destino, y buscando de forma deliberada, el amor. Un amor que ella escribirá, no uno “pre-escrito”.
Tú haces tu destino, no hay nada escrito aún.
Abrazo
Alex.
Soy Alex, escritor, empresario y fundador de epicbook. Me dedico a escribir libros para figuras públicas y a contar historias. Sígueme en Instagram y en Facebook, si quieres aprender a contar tu propia historia y si quieres escribir tu libro para posicionarte como experto, crecer tu carrera, tu imagen y tu negocio.
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