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En el pequeño pueblo de Real de Catorce, en el estado de San Luis Potosí, la vida transcurría con la tranquilidad que caracteriza a los lugares olvidados por el tiempo. Sus calles empedradas y casonas antiguas parecían susurrar historias de un pasado glorioso, cuando el pueblo era conocido por sus minas de plata.
Alejandro, un joven periodista de la Ciudad de México, llegó al pueblo intrigado por las recientes desapariciones reportadas en la región. La última víctima había sido Luisa, una talentosa artesana local, conocida por sus bellos trabajos en plata. La noticia había dejado al pueblo en estado de shock, y las autoridades locales parecían no tener pistas claras.
Una tarde, mientras Alejandro investigaba en el antiguo archivo municipal, encontró una carta amarillenta, escrita por el último minero que trabajó en las minas antes de que cerraran. La carta hablaba de una misteriosa figura que habitaba en lo más profundo de la mina, un ser conocido como “El Guardián”. Según la leyenda, este ser vigilaba celosamente el tesoro escondido en las entrañas de la tierra y castigaba a quienes intentaban robarlo.
Intrigado y escéptico, Alejandro decidió explorar las minas. Con la ayuda de Tomás, un anciano minero que conocía cada rincón de esos túneles, se adentró en la oscuridad. Mientras avanzaban, Tomás le contó sobre la desaparición de su propio hijo, también minero, hace muchos años. Tomás nunca había dejado de buscarlo.