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Entre dos amores
Conoció a Leonardo una tarde lluviosa de noviembre, en una típica cafetería de la ciudad de México. Se lo presentó su mejor amiga. Él era alto, tenía una mirada que cautivaba, muy alegre y divertido, era como el hombre de sus sueños. Aunque no pensaba que tuviera tanta suerte, de hecho, creyó que después de esa noche todo iba a terminar, pero no fue así. Comenzaron a verse ocasionalmente y empezó a formarse una relación hermosa, casi perfecta. Juntos hacían una linda pareja.
Pero no todo era color de rosa, Leonardo siempre manifestaba sus miedos al noviazgo y no quería enamorarse; es más, le repetía una y otra vez que no debían enamorarse porque sino iba a acabar con la relación.
Vivieron cinco espectaculares meses juntos y una tarde fue inevitable que ella sintiera la necesidad de contarle lo mucho que lo amaba. Ella sabía que corría un gran riesgo y que todo podía terminar con esa confesión, pero no podía seguir guardando sus sentimientos. Carmen creía que quizá él también se había enamorado de ella y por eso decidió abrir su corazón y le envió un mensaje de texto, en el cuál le confesaba sus más profundos sentimientos.
Las cosas no resultaron bien. La respuesta de Leonardo no se hizo esperar. Su mensaje decía: “Me acabas de decir lo que nunca quise que me dijeran en mi vida, te advertí que no deberías enamorarte de mí, esa fue la condición”. Finalmente cerró su mensaje con un tajante: “Un beso, adios”. Ese era el final.
Carmen se fue…