Esa noche él le dio, el mejor baile de toda su vida… y una gran lección

“Ven a bailar esta noche” le escribe su amiga Ana. El problema es que Karla es una hogareña, prefiere quedarse en casa, pedir una pizza y comerla en ropa interior frente a su serie favorita. Nunca sale, su vida es aburrida y rara vez pasa algo interesante. Del trabajo a la casa y viceversa, los fines de semana ve televisión y hace los quehaceres del hogar. Y así, el ciclo se repite… Por el resto de la eternidad.

A sus 39 años, Karla reconoce que la vida se le está escapando así que esta vez no puede negarse. Se sienta frente a su tocador preguntándose: “qué demonios me pondré”, “cómo me peino”, “qué zapatos”. “Mierda, ni siquiera me afeité las piernas”. Le toma tres horas resolver el dilema y cuando está lista, se dirige al lugar, dispuesta a divertirse como hace mucho no lo hace.

El club está abarrotado. Al otro lado de la pista está su amiga Ana quien agita los brazos al verla. Karla pasa por encima de la multitud atravesando la pista entre golpes y patadas. “Que bueno que estás aquí, deberíamos hacer esto más seguido” le dice Ana casi gritando por el ruido de la música y la recibe con un abrazo.

Ana está con un grupo de personas. El hombre detrás de ella la toma de la cintura y le besa el cuello. Karla suspira y piensa: “Ana siempre sale de noche y conoce gente…