Está a 17 horas de hacer la pregunta más importante de su vida.

Alex Pacheco
7 min readSep 8, 2019

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Su novia, Elena, ​​está en un vuelo rumbo a Roma… sola. Ella intentó de muchas maneras, convencerlo para que fueran juntos, pero Carlos, se aferró a quedarse en su ciudad natal. Después de muchas discusiones entre ambos, finalmente la rechazó. Él odia la idea de viajar, siempre la ha odiado, aún y cuando jamás se ha subido a un avión.

Elena aterrizará en Europa en 17 horas, según el sitio web de la aerolínea. Viajará primero a Dallas, donde hará conexión para tomar, horas más tarde, el vuelo directo de Dallas a Roma.

Elena quiere comerse el mundo, vivir en varios países, experimentar todo lo que la vida tiene para ofrecerle, y Carlos, parece estar atado con los dos pies a Querétaro, su ciudad natal, la misma ciudad en la que ha estado por 34 años.

Pero Carlos la ama, y quiere construir una vida con ella. Lamenta no haber aceptado la invitación, especialmente en un viaje que es tan importante para Elena. Camina como un león enjaulado alrededor de la mesita que está en la pequeña cocina de su casa. “Diecisiete horas” — piensa.

A Carlos le encantaría en ese momento, encontrar una forma de sorprenderla. De hacerle de una vez por todas, “la pregunta” que ha estado pensando durante mucho tiempo. Tiene el anillo de compromiso que compró hace varios meses. El problema es que no ha encontrado una forma romántica de preguntarle. “¿Qué no era esta la oportunidad perfecta?, el viaje a Roma que ella tanto quería” — se lamenta una y otra vez desde la pequeña cocina.

“¿Qué pasaría si yo estuviera ahí cuando ella aterrice y al verla salir de la sala del aeropuerto, me hinco y le pregunto?” — se cuestiona Carlos mientras toma de un solo sorbo, toda la cerveza que queda en la botella. Sigue dando vueltas en la cocina. “Imagínate, ella se muere, no se lo esperaría, Pero… ¿y si ella responde que no?” — arruga los ojos y se frota las cejas, siente un escalofrío solo de imaginarlo.

“Elena realmente quería que yo fuera al viaje. ¿Quizá este fue también el plan de ella todo el tiempo?” — el pensar esto lo relaja un poco. Ahora cree que Elena no podría rechazarlo, aunque le queda una ligera sospecha que se hace más tenue, pero no desaparece del todo.

Dio una vuelta más alrededor de la cocina, se sienta frente a la computadora para ver exactamente la hora de llegada de Elena. “Quizá todavía haya tiempo de hacer algo” — piensa.

Mira su reloj y actualiza la pantalla donde aparece el vuelo. “Cancelado”.

“Cancelado, cancelado” — grita. El vuelo de Dallas a Roma está cancelado, Elena aún no sabe que le tomará un día más llegar a su destino, tendrá que dormir en Dallas por mal tiempo.

Carlos se lleva ambas manos a la cabeza y respira profundo. “¿Una señal del universo?” – se pregunta exaltado. Sabe que debió haber estado a su lado en ese avión. Sabe que debería haberle pedido a Elena durante este viaje, que se casara con él. Ella ya ha esperado lo suficiente. “Si ella quiere comerse al mundo, yo me lo comeré con ella” – lo dice en voz alta para terminar de auto convencer que tiene que ir a buscarla, que tiene que alcanzarla de alguna forma.

Carlos abre una nueva pestaña de su navegador para buscar “Vuelos de México a Roma directos”. Encuentra un vuelo de Alitalia. 11 horas y 55 minutos saliendo desde la Ciudad de México esa misma noche. Hace cuentas mentales y llega a una conclusión: “llegaré antes que ella, llegaré antes que ella” – repite en voz alta y aplaude ferozmente dos veces. Corre a su habitación.

Horas más tarde, Carlos está subido en un avión que lo llevará al lugar que marcará el resto de su vida. No importa lo que Elena responda, la vida de Carlos no volverá a ser la misma después de este viaje.

Carlos está ahí, montado en un avión. Algo que jamás imaginó, pero su idea de la sorpresa para Elena es tan grande, que una sensación de éxtasis se apodera de él. Carlos es ahora el caballero que nunca ha salido a un viaje internacional, y está a punto de cruzar el Atlántico para hacerle la pregunta más importante de su vida a su novia. La pregunta que debió haber hecho hace mucho tiempo…

Carlos aterriza muy temprano en Roma, casi 8 horas antes de que Elena lo haga. Decide salir del aeropuerto a conocer la ciudad. “Hay tiempo suficiente” – piensa. Un espíritu aventurero se apodera de él.

Elena tenía razón, Roma no es cualquier lugar, es un paisaje transformado en un hermoso museo viviente. Carlos piensa en todo lo que se hubiera perdido de haberse quedado en casa, sacude su cabeza en forma de desaprobación y decide disfrutar de todo a su alrededor.

Carlos descubre el lugar más hermoso que ha visto en su vida: La Fuente de Trevi. Se enamora completamente su arquitectura, de su color, del agua frente a ella. Se siente culpable por haber descubierto esa joya del universo antes que Elena. El cielo se nubla de repente y Carlos decide que es momento de regresar al aeropuerto. Mira su reloj, tiene tan solo una hora para hacerlo antes de que Elena aterrice. Las primeras gotas de lluvia de la tarde empiezan a caer.

Al partir, decide inmortalizar el momento y piensa que es una buena idea tomarle una foto al anillo frente a la fuente. En al fondo, Carlos aún duda si ella dirá que “sí”, cuando él le haga la pregunta.

Saca de su pantalón, por primera vez, el objeto que lo llevó hasta ahí, el gran anillo de compromiso que está, a tan solo una hora, de entregarle a su novia en un país lejano, donde jamás imaginó estar. Espera unos minutos para estar solo y poder tomar la foto perfecta del anillo.

Una ráfaga de lluvia lo sorprende y el anillo cae dentro del agua que viste el hermoso monumento de la ciudad. Carlos se queda helado, corre a buscarlo y a simple vista no lo encuentra. Su Corazón late cada vez más fuerte. La intensa lluvia hace mucho más difícil el rescate del anillo. Ya no tiene tiempo, le quedan 40 minutos para llegar al aeropuerto…

El avión de Elena finalmente aterriza. Ha sido un viaje largo, con muchas horas de demora. Se pone de pie, se estira cómodamente lo más que puede y agarra su mochila del portaequipaje. Camina hacia las filas de migración y aduana, se siente muy cansada pero emocionada al mismo tiempo. Lo único que le hubiera gustado en este viaje es que Carlos estuviera ahí, ella de verdad desea que él fuera más aventurero, aunque fuese por una única vez.

Elena lo ama y piensa por unos momentos en, qué es lo que estará haciendo Carlos en casa, justo en ese momento… Ella lo extraña, pero no sabe si puede estar con alguien que odia lo que ella tanto ama: viajar.

Elena sale por la puerta de seguridad y se detiene en seco, de golpe. Tira la maleta al piso. Su mente se tambalea, tratando de entender lo qué está sucediendo.

Carlos la mira y sonríe. Parece exhausto, esta mojado y sucio.

Elena le devuelve la sonrisa y camina de prisa hacia él. Lo más rápido que puede olvidándose de su maleta que dejó en el piso… No puede creerlo.

Carlos pone un ramo de rosas rotas y maltratadas en el suelo, saca una cajita color aqua del bolsillo de su pantalón y cae de rodillas.

El corazón de Elena da un vuelco.

Elena se detiene a unos metros de él, se lleva las manos a la cara al ver a Carlos hincado con una cajita del tamaño de su mano. Elena intenta contener el llanto, pero es imposible. Se desborda en lágrimas y grita “si”, lo repite dos veces, más fuerte.

Carlos, ya tiene la respuesta… antes de haber hecho la pregunta.

Abrazo

Alex

Soy Alex, escritor, empresario y fundador de epicbook. Me dedico a escribir libros para figuras públicas y a contar historias. Sígueme en Instagram y en Facebook, si quieres aprender a contar tu propia historia y si quieres escribir tu libro para posicionarte como experto, crecer tu carrera, tu imagen y tu negocio.

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Written by Alex Pacheco

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