¿Existen las segundas oportunidades? Se dejaron de ver por cinco años y esto sucedió…
Se miró al espejo. Pero la mujer que veía con ese vestido ajustado y con ese labial rojizo intenso parecía una completa desconocida. Hacía cinco años que Ana no usaba maquillaje y dejó de vestirse así. Esa no era su cara y definitivamente, ese no era un atuendo que elegiría para ella normalmente.
Pero ese era justo el efecto deseado, no quería ser Ana en ese momento. Quería ponerse en los zapatos de otra persona. De la Ana de hace cinco años, para ser exactos.
Eligió ese color de labios porque es emocionante. Es optimismo en un tubo, y eso es exactamente lo que Ana necesitaba esa noche, que era la fecha que habían acordado.
El tiempo había pasado muy rápido, cinco años antes Ana pactó con su exnovio, que deberían volverse a ver en el mismo lugar a la misma hora, un lustro después. Esa sería la prueba para saber si estaban destinados a estar juntos.
Llevaban diez años de novios cuando decidieron poner fin a su relación porque las oportunidades laborales los llevaron a distintas ciudades. Fueron el primer amor uno del otro, pero Ana no estaba lista para una relación a distancia y él, quería enfocarse en su trabajo.
Su conversación aquella noche fue algo así:
Él: “creo que encontrar “al indicado” es una cuestión de suerte, lugar y tiempo. ¿Qué pasa si ambos somos “el indicado” para el otro, pero estamos en el lugar y tiempo equivocados?”
Ella: “entonces, ¿crees que de verdad sería posible estar juntos en el futuro?” Yo no quiero casarme con el primero que aparezca.
Él: Yo tampoco. Démonos una segunda oportunidad más adelante. Nos vemos en cinco años. Yo tendré 35 y tú 32. Descubriremos si queremos volver a estar juntos, y ahora sí, para siempre”.
Ana estuvo de acuerdo. Ella lo amaba, pero haber estado diez años en la relación, le hacía pensar que necesitaba un respiro. Conocer el mundo, conocerse a sí misma. La ruptura forzada les sentaría bien a ambos y a la relación.
Era el primer viernes de octubre a las 7 de la tarde. Escribieron en un billete de 5 dólares el pacto: reunirse el primer viernes de octubre en cinco años en el mismo lugar a la misa hora. Partieron el billete a la mitad y cada quien guardó un pedazo.
Había llegado el día.
Las 7 de la tarde era el mejor horario porque podrían comenzar con una bebida, y si las cosas salían bien, podrían continuar con la cena. Si las cosas no iban bien, podrían irse temprano, por caminos separados… para siempre.
Ana había aprovechado bien ese tiempo. Conoció a otras personas y tuvo “enamoramientos”. Siempre se preguntó: “¿Este es el indicado?”. Por diversas razones, la respuesta nunca fue “Sí”. ¿Podría haber sido “Sí”, si no hubiera hecho ese pacto con su exnovio? Tal vez sí, tal vez no. En cualquier caso, las interacciones que tuvo con algún otro hombre solo fortalecieron lo sentimientos por su exnovio. Él seguramente siempre fue “el indicado” y ella se congratulaba de haber provocado una segunda oportunidad.
Una parte de su acuerdo que no se incluyó en el billete fue que no se lo dirían a nadie, una regla Ana olvidó por completo. En algún momento, le dijo a su mejor amiga. Ella le aseguró que era un plan muy romántico, pero que no funcionaría.
Ana no tuvo ningún contacto con su ex durante esos cinco años. Sabía vagamente sobre su paradero por amigos en común, pero no más. Aunque fue difícil la ruptura al principio, se dedicó a continuar con su vida.
Cumplidos los cinco años, Ana estaba en una relación que se había estado tambaleando durante meses, pero a ella no le importaba, tenía la mirada y el corazón puestos en ese pacto.
Unos días antes de ese primer viernes de octubre, voló a su ciudad natal planeando su encuentro del fin de semana. Visitó a su amiga y le recordó el porqué estaba ahí.
- “No sabía que ustedes aún estaban en contacto”. Dijo ella sorprendida.
- “No lo estamos” Contestó Ana. “Pero acordamos reunirnos el primer viernes de octubre de este año”.
- “Ana, hiciste ese acuerdo hace cinco años” Respondió su amiga con voz de regaño.
- “Si, hace cinco años”.
- “¡Oh, Dios mío! Cinco años. ¿Estás loca? ¿Él no vive aquí? No va a volar hasta acá para esto”.
- “Si, él lo hará. Estoy seguro de que él estará ahí”. Respondió Ana con una seguridad implacable en su mirada.
- “Estás tratando de vivir tu vida como una película. La vida real no funciona así. Ni siquiera se va a acordar, mucho menos va a viajar miles de kilómetros. Te estás preparando para una gran decepción”.
- “No, no lo creo”. Ana puso punto final a la conversación.
Ese viernes Ana salió de casa de su amiga rumbo al café. Traía su vestido negro entallado y los labios pintados de rojo. Se sentía tan sexy y confiada como hacía mucho no lo sentía. En su bolso, traía un billete partido por la mitad.
Unos minutos antes de las 7 de la noche, se encontraba en una mesa pegada a la ventana. Al otro lado de la acera, escaneando a la multitud que cruzaba la calle, lo vio. Era él, iba caminando y se dirigía hacia al café.
Se vieron a través de la ventana, sonrieron. El corazón de Ana se le fue a la garganta y las lágrimas le escurrieron por sus mejillas.
Él entró casi corriendo a abrazarla. Un abrazo que duró un instante, pero que para Ana, valió cinco largos años de espera. Su conversación duró dos días.
Después, Ana tomó un avión de regreso a casa y él también. No fueron inmediatamente “felices para siempre”. Ella tuvo que terminar la relación con la persona que estaba. Y ambos tuvieron que descubrir cómo iban a acomodar sus vidas para vivir en la misma ciudad. Y sí, una vez que pudieron hacerlo, se casaron.
Eso fue hace… 35 años.
Un billete de cinco dólares roto, está enmarcado en el tocador de su recamara.
Abrazo
Alex
Soy Alex, escritor, empresario y fundador de epicbook. Me dedico a escribir libros para figuras públicas y a contar historias. Sígueme en Instagram y en Facebook, si quieres aprender a contar tu propia historia y si quieres escribir tu libro para posicionarte como experto, crecer tu carrera, tu imagen y tu negocio.
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