Había una vez una pareja llamada Mateo y Patricia. Al principio, su relación era como un cuento de hadas; se amaban profundamente y compartían todos sus sueños y aspiraciones. Patricia, en particular, se sentía increíblemente segura de sí misma y disfrutaba de cuidar su apariencia, dedicando horas al gimnasio y a su imagen personal. En contraste, Mateo, aunque una vez en buena forma, había dejado un poco de lado su cuidado personal y su salud, y su apariencia había comenzado a reflejar eso, mostrando signos de envejecimiento prematuro.

Todo comenzó a cambiar cuando Patricia consiguió un nuevo trabajo en una empresa liderada por un jefe joven y atractivo. La atención que recibía de su jefe alimentaba su ego y despertaba emociones que no había sentido en mucho tiempo. Pronto, se encontró coqueteando con él, disfrutando de la emoción prohibida que le proporcionaba.

A pesar de sus propias dudas, decidió confiar en su hermana y contarle sobre sus sentimientos por su jefe. La hermana de Patricia, preocupada por el bienestar de su matrimonio, le advirtió sobre las consecuencias devastadoras de su comportamiento y le recordó todas las cualidades positivas que tenía Mateo. Le rogó que reconsiderara antes de que fuera demasiado tarde y que su matrimonio se desmoronara.

Por un momento, después de una noche íntima con Mateo, Patricia se sintió abrumada por la culpa y la angustia, considerando dejar de lado su juego peligroso…