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Los hombres… ¿También lloran?
“¿Qué te gustaría tomar?” David le preguntó. El calor en sus ojos ya estaba calentando la habitación.
Luces cálidas, departamento cálido, anfitrión cálido y música cálida. Simplemente el escenario perfecto. Ana hizo un análisis mental de la situación y descubrió que toda esa calidez combinada, también le estaba aumentando la temperatura de su cuerpo. Sonrío al pensarlo.
“¡Dame algo, lo que tengas!”, dijo. Él le guiñó el ojo y desapareció en su cocina.
Ana conoció a David en su clase de piano. Como si la vida no fuera suficiente para ella, ahora se comprometió a aprender a tocar el piano los viernes por la tarde después del trabajo.
Ana se sentía sofocada por la monotonía en su vida, así que un buen día fue a comprar un teclado eléctrico más grande que ella y se inscribió a las clases para aprender a tocarlo. Llegó a su primera clase con el piano en la espalda y dispuesta a aprender su primera lección: una canción de Maroon 5. Fue ahí donde sus ojos se encontraron.
David estaba sentado en una silla al fondo del salón, había al menos seis sillas vacías frente a él. “Es estudiante. Es maestro. Es estudiante. Es maestro”, Ana jugó el juego de arrancar los pétalos en su mente mientras seleccionaba el mejor asiento del salón. Ella siempre elige los mejores tomates en el mercado. Se siente…