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Mónica no puede creer lo que le pasó.
Mónica nunca esperó estar divorciada y ser madre soltera a los 50. ¡No lo puede creer! De niña tenía muy claro el plan: casarse como a los 23 o tal vez a los 25; tener una familia, vivir felices y envejecer con su marido. Divorciarse y cumplir 50 fueron cosas que no contempló.
-¿Y qué vas a hacer ahora? — le preguntó su amiga.
Mónica se encogió de hombros sin una respuesta clara en su mente.
-¿Has pensado en salir de nuevo con algún hombre? — sugiere su amiga.
Han pasado algunos años desde tu divorcio.
Mónica evalúa en su mente volver a tener citas. Sabe que lo mejor de hacerlo a los 50 es que ya no hay una presión como tal. No necesita encontrar un marido o un padre para sus hijos, porque ya están grandes y se valen por sí mismos. Además, Mónica tiene un buen trabajo y gana dinero. Tampoco tiene ningún problema de salud significativo. Todo lo que necesita hacer es encontrar con quién hablar durante la cena y tal vez lo suficientemente elegante como para tener sexo.
Pero la cara de Mónica mostró que no está del todo convencida. Su amiga se dio cuenta de que no está segura de lo que debe hacer, y ella no tiene mucha experiencia para poderle dar algún consejo, ya que se encuentra felizmente casada.