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No importa lo que prometió
Si tan solo pudiera haber sido, si tan solo pudiera haber sido, si tan solo, pudiera haber sido…
¿Cuántas veces ha pensado en eso, en los últimos siete años?
El problema con eso es que no es cierto.
Gaby lo conoció, él era casado. Y ella en automático comenzó este proceso de imagen mental sobre: ¿cómo serán las cosas cuando estemos juntos y qué tipo de vida vamos a tener?
Es triste decirlo, pero esas imaginaciones se trataban principalmente de lo que Gaby creía que necesitaba para ser feliz.
Gaby asegura que cuando lo conoció todo se disparó en su ser. Un exceso de la dopamina, la serotonina, la evolución, lo que sea. Pero ¿sabes? Algo tiene que desencadenar esa liberación química masiva.
Ella cree que fueron sus pensamientos. Esos pensamientos que provienen de lo que sus vidas anteriores le han enseñado.
Gaby no está muy feliz pensando en lo que hizo. Pensó que él no tenía familia, ni amigos. Pensó que él la buscaba por protección.
Pensó que él era la persona más divertida, inteligente y gregaria del mundo: ¡Qué bueno sería encajar con una persona así para hacer mucho más interesante su camino!
Pensó que con él se acababan todas sus inseguridades, que pondría fin a todo lo malo que había vivido…