No importo que haya tenido una aventura. No importo que mintiera al respecto. No importo que ella me haya dado una luz al respecto. No importo que me rompiera el corazón o que destrozó mi mundo o que usó a sus hijos como apalancamiento financiero.
Nada de eso importo.
Porque ninguna de esas cosas tiene que ver con el estado de su alma.
Él no fue un marido modelo. Él esta consiente de que también arruinó su matrimonio.
Pero no importa lo que él le hizo a ella o lo que ella le hizo a él. Lo que importa, es en quién nos convertimos como resultado de todo.
Podemos decidir si nos volvemos amargados o mejores. Ya sea para regar semillas de compasión o semillas de resentimiento. Ya sea para vernos a nosotros mismos como víctimas o sobrevivientes.
Podemos decidir si nos convertimos en una versión más feliz o miserable de nosotros mismos.
Por eso, él quiere que su ex sea feliz. Porque aprendió, y no quiere aferrarse al pasado.
Quiere superarlo y ser feliz. Que ambos sean felices.
Él no quiere que su corazón se llene de resentimiento, de celos o de ira o de cualquier otra emoción negativa que le robe tranquilidad.
Él elige, la alegría, eso, y gratitud, satisfacción, compasión.
Viktor Frankl, nos recuerda que:
“Todo se le puede quitar a un hombre menos una cosa: la última de las libertades humanas: la libertad de elegir la actitud de uno en cualquier conjunto determinado de circunstancias, de elegir su propio camino”.
Siempre tenemos poder sobre dos cosas: nuestra actitud y cómo elegimos responder a…