No te apresures

El ascensor paró. La puerta se abrió y Viri entró. Dentro, había un hombre. Él sonrió y le preguntó a qué piso iba. Coincidentemente ambos iban al mismo piso.
Viri tenía en una mano su café, y en la otra su bolso. Aunque hacía un poco de viento se sentía demasiado calor y eso la puso nerviosa. Él le preguntó sobre cómo iba su día. Con un suspiro, Viri le dijo que iba bien, aunque estaba esperando con ansias la hora del almuerzo.
Entonces Viri le preguntó.
–¿y tú?
Con una gran sonrisa él le contestó.
–Estoy jubilado. Acabo de cortarme el pelo.
Viri pensó en la hermosa oportunidad de vivir la vida. Aún le faltaban muchos años para jubilarse, más de 20. Pero soñaba con ese día y la posibilidad de no hacer otra cosa más que disfrutar de la vida.
Ambos intercambiaron risas que resonaron mientras bajaban del elevador. Luego, él añadió.
–Al final llegarás allí, pero no te apresures.

“No te apresures”, esas palabras se quedaron dando vueltas en la mente de ella.
A Viri le encantaban las conversaciones con extraños. En la mayoría de las veces, le había tocado toparse con personas muy interesantes que necesitaban ser escuchadas desesperadamente.
Ella sonrío mientras continúo su camino, absorbiendo los minutos de su…