Soy un alma vieja

“Soy un alma vieja para este mundo.”

Por muchos años quise que el viaje por esta vida tuviera un mapa de carreteras que me facilitara las cosas. Sin embargo, siempre me he tropezado con todo tipo de piedras en el camino. Luego llegué a la conclusión de que quizá soy un alma vieja que no encaja en muchos sitios.

Ser un alma vieja es sucumbir ante la idea de que en muchas ocasiones la gente no te entiende y el camino es muy solitario. Hay días en los que no salgo mucho de mi casa y me quedo a leer libros y a escribir, no porque quiera parecer demasiado intelectual sino porque en esos días el mundo simplemente parece demasiado “grande”.

Es por eso que rechazo muchas invitaciones a lugares ruidosos y llenos de gente, lo que mi alma vieja necesita es espacio y tranquilidad. A mí más bien me gusta hacer cosas que la mayoría de la gente no hace, por ejemplo, anhelo tener conversaciones profundas que cada vez son más escasas. O incluso conversar con una persona de 80 años para aprender de ella, de sus victorias, de sus derrotas, de su remordimiento y de su paz. Momentos como esos son tan esporádicos que cuando se dan procuro atesorarlos.

Mi alma vieja también cree que la brújula moral se ha perdido la gente hace trampa y miente con gran facilidad, es cosa de todos los días.