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Alex Pacheco
2 min readJun 26, 2022

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–Te voy a besar.
La miró vacilante y curioso. Continuó.
–Justo en los labios. –Sonrió.
–Dios.
Teresa creía que él tenía una gran sonrisa. Sus labios eran perfectamente proporcionales a su suave cara, que también tenía mucha sensualidad.
Ella se había estado distrayendo toda la noche mirando sus manos, pero después de que él mencionara su intención de besarla, no pudo concentrarse en nada más que en su boca.
Teresa se levantó de la silla del bar en el que se encontraban y se inclinó hacia adelante, dando la invitación, y luego sus labios dieron la bienvenida a los suyos. Por un momento, Teresa se detuvo para saborear la dulzura de la melodía momentánea que acababa de sentir en la boca.
Después siguieron brindando y bailando por un largo rato, hasta que llegó el momento de despedirse.
–¿Estás segura de que estás bien para conducir a casa? Porque puedo llevarte, o seguirte para asegurarme de que llegues segura a casa. -Preguntó él.
–Todo esto es nuevo para mí, pero estoy bastante segura de que llegaré sana y salva -contesto Teresa.
Él sonrió y le entregó una servilleta con su número telefónico escrito.
–Por favor, ¿podrías escribirme y decirme que llegaste a casa sana y salva? –Pidió él.
–Estaré bien. Mi casa no está lejos y nadie está en la carretera –respondió ella.
A Teresa le gustaba salir por las noches a tomar un trago, generalmente se encontraba algún hombre apuesto con quien disfrutar de la noche, y luego regresaba sola a casa.
En aquella ocasión, Teresa había tomado una mesa del…

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Written by Alex Pacheco

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