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Todos necesitamos un minuto de silencio.
Para mí, el silencio es como un inspirador estado de ánimo. Apagar la mente por unos momentos, es un terreno fértil para recuperar la claridad. Para encontrar perspectiva, reflexión y distancia.
Pocas veces he visto en el mundo, pese a que soy contumaz lector de libros de psicología, fabricar nuevas y más ansiedades con el entusiasmo de este año.
Entre el tráfago y el ajetreo, el silencio parece ser una misión imposible.
De hecho, creo que hemos convertido el ruido en entretenimiento. Nos proporciona una distracción viciosa para no prestar atención a nosotros mismos.
Y el gran problema es cuando, sin darnos cuenta, el ruido se ha convertido en escapismo.
Por eso, mi ofrenda siempre será para esa tregua que te regala un prolongado momento de silencio.
Al fin y al cabo, el que no comprende tu silencio, probablemente tampoco entenderá tus palabras.