Una experiencia dolorosa.

Cuando tenía poco más de veinte años, trabajaba y se arreglaba el cabello todos los días; lo conoció en una aplicación de citas.

Él era financiero, atractivo, con pestañas largas y oscuras y un lado romántico. Se llamaba Jorge. Empezaron a salir y sus sentimientos empezaron a crecer.

En el verano, tal vez dos meses después de iniciar su relación, ella se fue de vacaciones por Europa con un amigo suyo, las cuales había esperado con gran entusiasmó. En el viaje, terminaron haciendo “algunos amigos”. Para ella, eso significaba un beso aquí y allá. Esta era su oportunidad de “ser libre” antes de formalizar con él.
Ella estaba encantada con ese viaje. Lo paso genial… Pero, cuando regresó, empezó la culpa. A pesar de que Jorge y ella no habían hablado de exclusividad, parecía que iba en esa dirección. Tal vez se sentiría lastimado si ella confesaba sus aventuras. La noche que llegó, él fue a verla a su departamento, y en nombre de la honestidad, le contó lo que había pasado en el viaje.
–No hablas en serio, –dijo.
–¿Por qué? –Preguntó.
–¿Por qué? — No lo podía creer.

Ella se sintió muy mal porque por una aventura había arruinado una relación que prometía ser buena y duradera. Cuando iba a trabajar se sentaba frente a la computadora mirando la pantalla a través de…