Vengo a Decir Adiós

Era una tarde lluviosa de otoño cuando Clara y Martín se conocieron. Ambos buscaban refugio en una pequeña cafetería del centro, donde el aroma del café recién molido se mezclaba con el cálido bullicio del lugar. Clara, una joven diseñadora gráfica, estaba inmersa en un proyecto freelance, mientras que Martín, un periodista, leía con avidez un libro de crónicas.

El destino, en su juego caprichoso, hizo que no hubiera más mesas disponibles. Martín, con una sonrisa encantadora y un tono amable, le pidió permiso a Clara para compartir la suya. Así comenzó una conversación que se prolongó durante horas, hablando de sus pasiones, sueños y aspiraciones.

La conexión fue inmediata y, con el tiempo, la relación se fue fortaleciendo. Viajaron juntos, exploraron nuevos lugares, y compartieron momentos de profunda felicidad. Martín la sorprendía con detalles inesperados: una cena bajo las estrellas, un poema escrito en una servilleta, un álbum de fotos de sus aventuras. Clara sentía que había encontrado a su alma gemela.

Sin embargo, tras dos años de intensa relación, algo empezó a cambiar. Martín, que siempre había sido abierto y comunicativo, comenzó a mostrar signos de distancia. Una noche, mientras cenaban, él le pidió un tiempo para reflexionar. Clara, sorprendida y herida, accedió, aunque su corazón se llenó de dudas. Las semanas siguientes fueron un torbellino de emociones…